¿Qué pasó con la desaparición y asesinato de
Santiago Maldonado?
¿Qué pasó con el asesinato de Rafael Nahuel?
¿Qué pasó con el asesinato de Marielle Franco?
¿Qué pasó con los archivos robados en el GIAF?
¿Qué pasó con la búsqueda de nuestros
compañeros y nuestras compañeras desaparecidas?
La impunidad de los Estados es moneda
corriente en nuestras sociedades. Los aparatos represivos continúan su labor de
amedrentar a la militancia social y a la resistencia popular que se organiza,
implantando el terror y la muerte. Por eso, estas avanzadas represivas en los
países vecinos y las amenazas por nuestros pagos que terminan encajonadas en la
inacción de la justicia, tienen ese claro objetivo. Por suerte, las
movilizaciones en Brasil por el asesinato de Marielle y en Argentina por
Santiago y Rafael demuestran que los pueblos no se callan, piden justicia y
ponen la responsabilidad donde es debido, en los Estados.
El asesinato de Marielle Franco en Río de
Janeiro es terrible por donde se lo mire. Pero hay algo que es notorio y
funesto a la vez: la vuelta de los escuadrones de la muerte. El Terrorismo
crudo y duro. Haciendo ejercicio de la memoria, que constantemente es
necesario, Brasil dio el golpe de Estado
en 1964 y comenzó una matanza de militantes tremenda. Ya coordinando con
EE.UU y armando el Plan Cóndor, acá en el pachecato se instalaron los
escuadrones de la muerte, donde militares, policías y civiles asesinaron
compañeros y compañeras militantes
implantando el terror para atemorizar al movimiento popular que venía
creciendo rápidamente en combatividad para cambiar el sistema.
No fueron compañeros al azar, eran militantes
identificados con mucha llegada a las masas (estudiantiles, trabajadoras y
desocupadas) que la represión estudió y calculó mediante las infiltraciones y
la inteligencia en su conjunto. Los escuadrones siguieron su funcionamiento ya
institucionalizados luego de los golpes en toda la región. La represión
utilizaba autos civiles, falsificaba chapas, licencias, documentos de
identidad, para luego asesinar, secuestrar y torturar a compañeros y compañeras
de forma clandestina. Paraguay arrancó con Stroessner, pero Brasil comandó la
coordinación, siguieron los escuadrones del pachecato acá, la triple A de Perón
en Argentina y luego Pinochet en Chile.
Las dictaduras “demócratas” burguesas se
empiezan a sacar la careta. Por eso la desaparición y asesinato de Santiago por
parte de Gendarmería, el asesinato de Rafael por Prefectura en Argentina y ahora el asesinato a Marielle con balas de la Policía
Federal brasilera. Pero es en este último caso donde cambia el modo de
operación. Si bien las muertes de Santiago y Rafael tienen una clara represalia
a las comunidades Mapuches y la de Marielle se puede intuir que es a la
organización de las Favelas y a una posición de la izquierda en Brasil con un
discurso crítico al aparato represivo y el sistema capitalista, tanto Santiago
Maldonado como Rafael Nahuel no eran el blanco en sí, sino la comunidad. En el
caso de Marielle eso cambia, ella era el blanco.
El mecanismo de escuadrón de la muerte nunca
se terminó, lo utilizaron para otras cosas, otros objetivos, en Brasil las
favelas por ejemplo. Lo que vuelve ahora es el terrorismo político con viejas
prácticas que se reeditan, no porque sí, sino porque los conflictos sociales se
elevan, la lucha se agudiza, los pueblos se empoderan y la estructura tambalea.
La reacción es aterrorizar con la muerte.
Nos solidarizamos con la lucha de compañeros y
compañeras en Brasil y Argentina para que la impunidad del Estado se quiebre de
una vez y continuamos firmemente con nuestra peleaen esta región para que la
muralla de la impunidad caiga.
¡Ni olvido ni perdón!
¡No mires para otro lado, fue y es el Estado!
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