6 de octubre de 2020

La rosca militar a la palestra

 


Un 2 de febrero de 2015, a fines del gobierno de Mujica, con el aval del entonces ministro de Defensa Fernández Huidobro, Guido Manini Ríos asumió como Comandante en jefe de las FF.AA.

Desde el inicio, ya en su primer discurso, dejó en claro cuál habría de ser su misión: fortalecer y unificar al ejército detrás de la bandera de los más rancios preceptos de la derecha.

G. Manini Ríos continúa el legado de su linaje derechista. Su abuelo Pedro (dirigente del Partido Colorado y ministro del Interior en 1913, durante el gobierno de J. Batlle y Ordoñez) fue director del periódico La Mañana, uno de los principales medios de la época, desde donde se criticaba duramente las ‘ideas batllistas’ por ser, en exceso, progresistas. Este periódico que cerrara sus puertas en la década de los noventa, retomó sus actividades en 2019 de la mano de Hugo Manini Ríos, hermano de Guido y fiel heredero de la estirpe familiar, conocido principalmente por ser miembro activo del grupo fascista JUP (Juventud Uruguaya de Pie).

Su tío Carlos, también fue un continuador de dicho linaje, teniendo una participación destacada en los gobiernos de Gestido, Pacheco y Sanguinetti.

Ahora le tocaba a Guido mostrar lo aprendido. Al cobijo de la clase política, se volvió uno de los principales voceros en la defensa del terrorismo de Estado.

Varias organizaciones sociales y de derechos humanos que venían planteando la disolución de la FF.AA. y de los aparatos represivos, cuestionaron su rol como Comandante en Jefe desde el inicio.

La organización de Madres y Familiares de uruguayas/os detenidos-desaparecidos pidió su destitución por trancar las investigaciones y aportar información falsa. Dicho pedido no fue escuchado y se lo siguió amparando a pesar de sus continuas provocaciones, dejando en evidencia (para quienes querían ver) que se estaba cocinando otra cosa.

En concordancia con los procesos políticos a nivel regional,  la bestia, ya suficientemente alimentada, comenzó a ‘mostrarle los dientes’ a sus propios criadores, realizando declaraciones públicas relativas a la defensa de las jubilaciones militares (en ese momento, en proceso de reforma).

Su polémica intromisión en política fue sancionada con un arresto de treinta días, penitencia improbable que habría cumplido en su despacho, en España.

Era un secreto a voces que Manini se estaba perfilando como candidato, esperando el momento de hacerlo público.

Y así siguió provocando, apareciendo públicamente en Brasil junto al presidente fascista Jair Bolsonaro, acusando al Poder Judicial de procesar sin pruebas, a varios represores de la dictadura y arengando a sus huestes a asumir un papel más protagónico en la vida política: “Sólo es necesario que el final de una época se torne inexorable, que las condiciones en las que vive una población se tornen insoportables". Así bramaba Guido Manini Ríos en un discurso oficial que conmemoraba el Grito de Asencio, aludiendo a la posibilidad de una participación militar con el objetivo de corregir las ineptitudes de la clase política.

Finalmente llegó el momento de su destitución; una decisión esperada y aplaudida por muchos que, sin embargo, llegó tarde, pues la tarea estaba cumplida: el fascismo ya estaba organizado políticamente alrededor de un buen representante, un candidato.

Al poco tiempo de su pase a retiro, se dieron a conocer las actas de un Tribunal de ‘Honor’ en las que José Gavazzo reconoció su responsabilidad en la desaparición y asesinato de Roberto Gomensoro.

Al frente de ese tribunal estuvo Manini Ríos, amparando y garantizando la impunidad de los genocidas. Frente al revuelo que causó el conocimiento público de dichas actas, Tabaré Vázquez debió destituir al ministro y subsecretario de Defensa Nacional y a la cúpula del Ejército.

La destitución de G. Manini fue el pretexto necesario para ‘legitimar’ la presentación oficial del partido Militar.

Un mes más tarde, en conferencia de prensa y acompañado de varios militares retirados, anunció su candidatura a la presidencia de la República por el Movimiento Social Artiguista, nombre que no pudo mantener pues la Corte Electoral no lo habilitó, por lo cual su grupo político pasó a llamarse Cabildo Abierto.

La creación de este partido había comenzado a fraguarse hacía tiempo, cuando Manini todavía era Comandante en Jefe del Ejército. Claramente se estaban organizando; las declaraciones provenientes del Centro y del Círculo Militar daban cuenta de ello. Hubo varias reuniones políticas donde participaron militares retirados, (con clara presencia de la logia Tenientes de Artigas) y varios correligionarios de su época de estudiante en el Liceo Militar.

Las reuniones se realizaron en el departamento de Maldonado, más concretamente en Punta del Este, balneario elegido por muchos militares retirados para su residencia o  lugar de veraneo, como lo ha venido haciendo, asiduamente, el Charleta Guldelzof en la bajada 8 de La Mansa.

Es en esa zona donde reside el médico José Luis Braga, ‘asesor’ en la tortura y donde vivía el represor Eduardo Ferro, hoy prófugo de la Justicia uruguaya.

Es allí, en Pinares de Punta del Este donde permanecen, bajo el privilegio de la prisión domiciliaria, los torturadores Plácido Gregorio Amorín y Artigas Rivera Bianchi, ambos pertenecientes al Batallón de Ingenieros Nº 4, un terrible centro de torturas, asesinatos y desapariciones, conocido como el Cuartel Laguna del Sauce.

No hay casualidades en estas tierras del este que cobijan tanta impunidad; Ernesto Ramas cumple su condena de supuesta prisión domiciliaria en Piriápolis y Erode Ruiz, uno de los denunciados por la represión del Filtro y los asesinatos de Fernando Morroni y Roberto Facal, actuó como Jefe de Policía de Maldonado hasta el año 2019.

Fue precisamente allí, en Pinares de Punta del Este, a unas cuadras de la playa Mansa, donde otro militar retirado, Enrique Mangini, ofreció su chalet como anfitrión de las primeras reuniones constitutivas de Cabildo Abierto.

Integrante de la JUP, al igual que Hugo Manini (hermano de Guido), E. Mangini fue uno de los asesinos del estudiante Santiago Rodríguez Muela en el año 1972. Posteriormente ingresó al Ejército siendo correligionario de Guido Manini y de Eduardo Ferro.

Amigo de Erode Ruiz, el flamante Jefe de Policía de Montevideo, Mangini es uno de los coordinadores generales de la agrupación Dragones de Maldonado, desde la cual se trabajó activamente para la campaña ‘Manini, presidente’.

Otro coordinador de dicha agrupación es el coronel retirado Gaspar Barrabino Silveira, hijo de Julio Barrabino Sáez quien, como tantos milicos murió con total impunidad siendo uno de los golpistas que ingresó al Palacio Legislativo con Gregorio Álvarez, en la madrugada del 27 de junio de 1973 y director, en plena dictadura, de la cárcel de mujeres en el Establecimiento Militar Nº 2 de Punta de Rieles.

Gaspar es, además, hermano de Julio Barrabino Silveira quien, junto con el capitán Wellington Sarli, tuvo la custodia del chileno Julio Sanhueza Ross –un oficial de Inteligencia evacuado de su país cuando la Justicia lo requirió por varios asesinatos ocurridos entre 1987 y 1989–, mientras el teniente coronel Tomás Cassella y el capitán Eduardo Radaelli ocultaban a Eugenio Berríos.

Hasta hace unos meses, Gaspar Barrabino fue el coordinador general del Movimiento Basta Ya, que promovía la candidatura del líder del Partido de la Gente, Edgardo Novick.

Otros promotores y articuladores de este partido militar son Eduardo Radaelli y Alfredo Rubio (h).

Radaelli es uno de los hombres de extrema confianza de Manini y su incidencia en la creación y conducción de Cabildo Abierto es central. Este exmilitar fue extraditado a Chile y procesado por el secuestro del químico Berríos. Regresó a Uruguay en 2016, después de que la Justicia chilena dictó su libertad condicional.

Alfredo Rubio, otro correligionario de promoción de Manini, es hijo de quien fuera jefe de José Gavazzo cuando asesinaron, en 1973, al tupamaro Roberto Gomensoro, torturado en el Grupo de Artillería Nº 1, La Paloma.

Una vez que Cabildo Abierto salió a la palestra como nuevo grupo político, en plena campaña electoral, las constantes declaraciones de sus miembros evidenciaron manifiestamente su carácter fascista.

Manini aseguraba que al partido lo integraban varios ‘civiles’ y algunos militares retirados. Lo que no decía es que esos civiles eran parte de la familia militar ya fuera por vínculo sanguíneo, político o de probada afinidad a la doctrina de las FF.AA.

Estando al límite de la veda electoral, su mensaje, destinado a los miembros de dichas fuerzas, dejó en claro que él representaba al Partido Militar y, como ‘comandante’ de sus tropas, expresó claramente qué esperaba de ellas.

La campaña electoral estuvo plagada de declaraciones y demostraciones preocupantes, como las de Martín Sodano, flamante diputado electo por Cabildo Abierto que llamó a revisar la agenda de derechos de la nueva legislatura, criticando el ejercicio del aborto legal en Uruguay como una práctica de “canilla libre", junto al comentario aberrante de "Si te gustó, bancátela".

Otra aberración fue la publicación en Facebook de Juan Cardoso, convencional de Cabildo Abierto (posteriormente expulsado) que convocó a voluntarios para formar un escuadrón de la muerte.

Pero la cosa no queda ahí; este grupo político integró en su convención a la agrupación Purificación, catalogada por el Ministerio del Interior como neonazi. En ella participa activamente Germán Dorrego, otro convencional del partido, quien mostraba abiertamente en las redes sociales su orientación fascista y su admiración por la simbología nazi.

Cabildo Abierto consiguió así articular tras de sí, múltiples expresiones y voluntades de ultraderecha, antes dispersas o desarticuladas. En base a eso logró presencia a nivel político, convirtiéndose en el socio principal de la coalición de gobierno.

Además de la presencia militar en diversas áreas del Estado como los ministerios, las empresas públicas o el parlamento, Cabildo Abierto ha logrado sentar las condiciones para que ciertas expresiones más agresivas y de odio para con el pueblo hayan encontrado legitimación por parte de algunos sectores de la población, además de la cobertura de más impunidad por parte de sus socios políticos, con quienes, en el fondo, y más allá de lo declarativo, comparte los mismos intereses.

Es en este marco que se multiplican los ataques a personas en situación de calle, se incrementa la violencia policial y recrudece la agresividad contra la comunidad LGTBI, al mismo tiempo que continúan los atentados contra los memoriales, los locales sindicales y políticos y los militantes de izquierda.

Y no nos olvidemos de las más recientes declaraciones de Martín Rodríguez, candidato a intendente de Rocha por Cabildo Abierto, promoviendo erradicar el ‘turismo hippie’ de las costas de Rocha o las del excandidato a alcalde de Nueva Helvecia publicando en Facebook, que la gran mayoría de los desaparecidos está en el agua o viviendo en otros países.

¡Sin duda, ellos sí saben dónde están nuestras compañeras y compañeros desaparecidos, pues en sus filas están muchos de los verdugos que los secuestraron y asesinaron!

Nunca se retiraron. Nunca se llamaron a silencio. Al cobijo de la impunidad de estas décadas y de las actuales ‘inmunidades’, fortalecidos por el fracaso de los gobiernos progresistas, emprenden la vía institucional parlamentaria para legitimar su existencia y ganar credibilidad.

Bajo la permanencia de pactos de impunidad desde el Club Naval a la fecha y la mirada condescendiente de la coalición de gobierno y la clase empresarial que los ayudó a enriquecerse, los miembros del partido militar van alcanzando cada vez más posiciones y más poder.

Simultáneamente, las expresiones del fascismo se vienen multiplicando de manera desembozada, tal como en los sesenta cuando las primeras enseñanzas de tortura se realizaban (de la mano de Dan Mitrione, agente de la CIA), sobre los que llamaban, y llaman, ‘pichis’ que vivían en la calle y tal como en los setenta, cuando la JUP atentaba contra locales y militantes asesinando estudiantes, mientras los escuadrones de la muerte accionaban con la cobertura y el financiamiento del Estado, junto a la complicidad de varios políticos de turno.

Esos políticos, algunos de cuyos nombres se repiten hoy como articuladores de la democracia tutelada y garantes de la impunidad del terrorismo de Estado, han sostenido con las expresiones fascistas una amistad de larga data, ahondando las injusticias sociales, el saqueo capitalista y acrecentando el odio y la discriminación hacia las personas más vulnerables económicamente.

Frente al partido militar y a todos ellos, es momento de unirse al grito de “¡No pasarán!”

 

Plenaria Memoria y Justicia

No hay comentarios:

Publicar un comentario