26 de septiembre de 2019

Un Plan contra la ofensiva fascista y la represión


¡NO PASARÁN!
UN PLAN CONTRA LA OFENSIVA FASCISTA
Y LA REPRESIÓN


Mancharon nuestras huellas de memoria.
Armaron su Partido Militar, sus bandas neo-nazis.
Obstaculizaron las investigaciones en los cuarteles. Robaron archivos. Amenazaron gente.
Lanzan contraofensivas judiciales contra las organizaciones sociales; ensayan apologías golpistas y discursos negacionistas del Plan Cóndor.
Son los fachos. Es la voz militar.
Se sienten fuertes, hinchados de impunidad y privilegios, olfateando la posibilidad de auges derechistas. 
A fines de los 80 planteábamos “Sin castigo, volverán”.
Y ahí están, esos son... queriendo volver de contragolpe.


1 - De aquellos barros a estos lodos

Cuando fuimos saliendo de las dictaduras en América Latina se fue instalando la idea de una etapa superada. La clase política pactó un retiro impune para los mandos y oficiales golpistas y el regreso a los cuarteles, sin consecuencias, de la suboficialidad y la tropa. En nombre de una restauración democrática se hipotecó la justicia con respecto a los crímenes cometidos por el terrorismo de Estado y  los sucesivos gobiernos posdictadura continuaron esta idea de una lenta y progresiva depuración del aparato represivo, invitando a la sociedad, a no cargarle a los nuevos militares, la mochila de los pasados atropellos.

 En nuestro país pasaron más de treinta años y siete gobiernos, una quincena de generalatos en las FF.AA., varias decenas de oficiales promovidos en su carrera militar y aún  están presentes las insubordinaciones y discursos fascistas. La mirada soberbia bajo el casco o la gorra, la voz prepotente justificando los crímenes de lesa humanidad como actos de guerra honorables, la tradición antipueblo, el verdugueo en las escuelas militares como manera de cultivar el desprecio y la obediencia debida... todo sigue ahí.

Para ellos nunca hubo un “Nunca más”. Cargaron sus mochilas nuevas con los viejos odios y los mismos métodos, trasladando, de generación en generación, el pacto de silencio. Siempre han sido, al fin y al cabo, un ejército de ocupación formado para la represión interna, que continúa reteniendo, como botín de guerra, la verdad sobre los detenidos-desaparecidos.

 Hoy, a más de treinta años del fin de la dictadura, seguimos sin saber el destino final de nuestras compañeras y compañeros desaparecidos.

De los más de seiscientos represores identificados, apenas una veintena fueron procesados bajo prebendas inadmisibles (pagando, en condiciones VIP, por mucho menos de lo que hicieron). Varios, incluso, fueron beneficiados con excarcelación encubierta, como Gavazzo, Ramas, Zabala, Gilberto Vázquez. Otros, como Ferro y Troccoli, directamente escaparon, ante la omisión de la justicia.

Expedientes con denuncias por secuestro, torturas y asesinatos duermen en los despachos judiciales y cuando se exige actuación, aparecen los abogados de los militares para volver a obstaculizar las causas.

A pesar de todos los esfuerzos realizados desde las organizaciones sociales, el balance no puede dar positivo.

2 - De las botas a los votos, a las botas…

Actualmente, esas FF.AA., esos aparatos represivos con toda la impunidad heredada, con las mismas logias y padrinos, con los mismos vínculos con la oligarquía (y otros renovados, con la clase política actual) son asignados a misiones de paz en el extranjero, bajo tutela y formación norteamericana e israelí (Haití, Congo, Medio Oriente, entre otros), aprendiendo de los marines, aprendiendo de los que tienen experiencia en invadir y torturar.

 Estas mismas FF.AA. son sacadas a la calle para romper huelgas (recuérdese el conflicto de ADEOM y al ejército, juntando la basura), para cuidar los perímetros carcelarios, para 'asistir' en los refugios o patrullar las zonas afectadas por algún desastre climático. Y, muy recientemente, se las ha convocado para tareas de vigilancia en las zonas fronterizas.

Su presencia es cada vez más notoria; lejos del progresivo repliegue, la casta militar, su voz e impunidad ocupan nuevamente amplios espacios en nuestra sociedad, ya no como golpistas pero sin arrepentimientos al respecto, asociándose a los sectores liberales  de la clase política, para promover una ofensiva neofascista.

 Desde el golpe de Estado en Honduras, en 2009, los latinoamericanos hemos visto escaladas autoritarias en casi todos los países de nuestro continente: procesos de militarización, golpes duros y blandos, represión y paramilitarismo crecientes, y xenofobia en toda la región.


La situación es crítica.
¿Qué vamos a hacer nosotros?
¿Qué van a hacer las organizaciones sociales?



3 - Y ahora ¡que sea el turno de los ofendidos!

No hay manera de confrontar la ofensiva derechista sin señales fuertes, en un sentido diametralmente opuesto. A la derecha se la enfrenta desde la izquierda y sin medias tintas, desde una izquierda social, organizada y en la calle.

No hay margen para la ingenuidad; esta historia ya la conocemos. Es necesario articular resistencias desde nuestros barrios, en nuestras organizaciones sociales y culturales, elevando la mirada para confluir en señales contundentes contra los reaccionarios.

Porque al fascismo no se le discute, se le combate.


4 – Las múltiples formas con las que se instala el proceso de militarización

El tema de la seguridad está volviéndose un elemento definitorio en las campañas electorales. Apelando al pánico social que provoca la creciente violencia en las calles, los candidatos esgrimirán medidas cada vez más represivas. Los más osados pedirán hogueras y penas de muerte y arrastrarán a los más tímidos, hacia la militarización y el palo. En esta lógica perversa todos se volverán parte de un espiral de autoritarismo que no ha logrado resolver, en ninguna parte, los problemas de la violencia social, sino sólo convertido las calles y las periferias en campos de guerra, donde la policía militarizada, con licencia para matar, termina disputando territorios con las narcobandas.

¡Esto ya está sucediendo en nuestro país!

Pero parece que el problema esencial que origina este escenario, es decir, el modelo de sociedad imperante permanece imperturbable, porque nadie quiere ponerlo en cuestión.

Nosotros debemos profundizar el cuestionamiento al modelo de sociedad que se impulsa, como inicio de un camino de solución al problema de la creciente descomposición del tejido social.

Plebiscitos miliqueros o paquetes con medidas de seguridad que se impulsan intermitentemente por los distintos sectores políticos bajo distintos nombres, formas o reformas son todos artilugios que pueden tener más o menos aprobación, pero en definitiva forman parte de un proceso de escalada represiva que se va instalando en toda la región, variando a ritmo de reformas de shock, o más solapadamente a ritmo de artículos de Ley que se modifican. Y  también por la vía de los hechos, provocando escenarios antidisturbios donde la corporación policial se ve animada a operar con manos libres sin mayores consecuencias para sus agentes.

La ley anti-terrorista aprobada recientemente por toda la clase política, la permisividad con las expresiones golpistas-militaristas  tanto con el Partido Militar de Manini como de los círculos sociales castrenses que lanzan permanentes amenazas contra las organizaciones sociales, la actuación de los servicios de inteligencia infiltrándose en las manifestaciones,  la policía militarizada en muchos barrios y la presencia cada vez más seguida de grupos de discurso fascista, xenófobo, homófobo y nacionalista, son todas señales de un proceso que recuerda mucho a los escenarios que sirvieron de caldo de cultivo para la dictadura que se instaló hace mas de 40 años. La dictadura militar terminó pero no quedó en el pasado, porque  la impunidad sigue encubriendo a los represores de ayer; y porque el modelo represivo fascista y autoritario sigue pautando la lógica militar en los cuarteles. La dictadura terminó y lo que siguió fue una reconversión del aparato represivo, de militar a policial.

5 – El Partido Militar

Si la memoria del pasado reciente operara como una señal de alerta habríamos advertido que las actitudes del ex Comandante en Jefe de las FF.AA. Guido Manini Ríos no resultaron ser más que otro episodio de los tantos que configuran la historia de soberbia castrense y de impunidades de buena parte de su estirpe. 

Desde la dictadura de Terra, pasando por el pachecato y llegando a nuestros días, encontramos al linaje Manini protagonizando diversos hechos de notoria gravedad, que reflejan una línea de continuidad y ideológica. 

En 1985 Carlos Manini Ríos (padre del actual Comandante en Jefe y Ministro del Interior de aquella época) ordenó la detención de un diputado frenteamplista por haber participado de una manifestación. Semejante decisión motivó que el Parlamento solicitara la censura del ministro, iniciativa que no pudo concretarse, porque el entonces presidente Julio María Sanguinetti amenazó con disolver las Cámaras. 

Por su parte, Hugo Manini Ríos (hermano del ex Comandante en Jefe) fundó la banda fascista JUP (Juventud Uruguaya de Pie) en la que se dedicó, durante los años sesenta y setenta, a asaltar liceos, secuestrar y asesinar militantes de izquierda.

Al alcanzar la madurez se concentró en atender impunemente el negocio arrocero familiar que lo llevaría a la presidencia de la Asociación de Cultivadores de Arroz, entre el año 2000 y el 2005, sin que nadie le preguntara por sus actividades en los Escuadrones de la Muerte durante la dictadura.

El  ex Comandante en Jefe Guido Manini Ríos hizo su carrera militar durante la dictadura, integrando la 'Logia Tenientes de Artigas' y llegando a ser “Instructor de Empleo Táctico Sección Antiterrorista” e “Instructor de Guerra no Convencional y de Actividades Terroristas” (datos de su foja militar años 1990-1999).

Finalmente, en febrero de 2015, fue promovido a Comandante en Jefe del Ejército, a sugerencia del entonces Ministro de Defensa Eleuterio Fernández Huidobro.

Sus insubordinaciones en ejercicio de su comandancia militar no pueden analizarse como hechos aislados, sino cómo expresión de un plan político de la institución FF.AA. en general. Otros lineamientos dentro de las FFAA pueden tener retóricas distintas, pero no definen realmente la agenda política importante para el sector castrense. 

Manini Ríos, con la anuencia de la clase política  terminó  fortalecido en su lugar de liderazgo frente a los militares. Apareció inicialmente para  imponer la defensa de los privilegios en las jubilaciones para la casta militar, y en muy poco tiempo extendió su programa ubicándose como la versión local del Bolsonarismo. Constituyendo el capitulo uruguayo en el marco latinoamericano, del regreso de los militares a la política, ya no sólo tras bambalinas, sino como actores de la escena política formal.

6 - Acallar a las formaciones fachistas, Centros y Círculos militares


En la dirección del Partido Militar, aparte de Manini Ríos figuran varios represores de la dictadura. Sus círculos de apoyo están vinculados con la peor cara de la derecha local. Los jóvenes que se acercan a ese partido han incorporado discursos reaccionarios, o directamente neonazis. Esto ya ha sido comprobado, y poco importa cuánto intenten negar su verdadera intención fachista, el discurso que sostienen es negacionista como siempre. Ellos dirán que no tuvieron nada que ver, que no torturaron, que no saben de desaparecidos, que cumplían órdenes, que no son nazis…Siempre lo mismo, un genocidio tras otro, y ellos nunca admiten.

La sola participación de estos agrupamientos políticos cívico-militares supone un terrible ejemplo de lo admisible en estos modelos democráticos. Más allá del volumen de votos que acumulen, hemos aprendido de formaciones similares en Europa y América, que con representaciones parlamentarias de cuarto o quinto orden, logran hacer lobby, presionar y articular leyes altamente represivas o de contenido netamente fascista. Cuando no, instalarse en despachos ministeriales clave, para llevar adelante su programa militarista.

No hay lugar para la ingenuidad o la irresponsabilidad en este punto de la historia. No debe haber derechos ni consideraciones democráticas para nazis y golpistas disfrazados de demócratas. No se le puede dar el beneficio de la duda a represores reconocidos e impunes. El Partido Militar es un nucleamiento de autoritarios  que representa una amenaza para la sociedad.

Pero el Partido Militar no es el único bunker fachista en nuestro país.

En la nómina de afiliados a los centros sociales de los milicos figuran muchos de los apellidos que aparecen como represores identificados, de la dictadura. Torturadores devenidos empresarios y políticos se nuclean en esas asociaciones fascistas.

¡Deben ser denunciados y escrachados!

Desde esos antros han sostenido ininterrumpidamente, la voz militar de los golpistas, y cada vez, con más vehemencia. Los últimos dichos del presidente del Centro Militar, Juan Carlos Silva Valiente, son equiparables a los discursos negacionistas del neonazismo, prohibido en muchos países europeos.

La sola permisividad con el funcionamiento de estos Círculos constituye una amenaza para nuestra sociedad y deben ser desmantelados.

7 - Desbaratar el desarrollo de grupos reaccionarios


Supuestas federaciones de estudiantes demócratas se articulan ya, en ciertos centros de estudio, y han lanzado campañas demonizando algunas corrientes filosóficas. Señalan contra las nuevas concepciones de género, apuntan contra el feminismo y el pensamiento crítico, del mismo modo que en los años 60, acusaban a una supuesta 'influencia marxista' de hacer peligrar la laicidad. En aquella época cobraron fuerza este mismo tipo de organizaciones aparentemente inocuas, independientes y sin arraigo social, empezando a crecer en la sombra. Cooptaron buena parte del estudiantado del interior y gente de abajo que repetía discursos preparados por grupos fachos y tradicionalistas de colegios privados. Surgieron grupos como ALERTA, Movimiento Estudiantil para la Defensa de la Libertad (MEDL) e incluso asociaciones de padres preocupados por la educación de sus hijos como la OPRADE (Organización de Padres Demócratas).

Todos ellos sirvieron de caldo de cultivo a las concepciones reaccionarias y fascistas.

Estas organizaciones se expresaban en sucesivas notas en los grandes Medios de prensa de la época, tal como hoy virilizan su mensaje por las redes. Como forma de cooptación se involucraban con obras de caridad y promovían actividades recreativas, tal como hoy lanzan campañas de voluntariado y de 'valores positivos'.

De todos estos grupos civiles fueron reclutadas personas para integrar grupos paramilitares como la JUP (Juventud Uruguaya de Pie), la LED (Liga Estudiantil Demócrata), el MNR (Movimiento Nacional Revolucionario), “El Centinela” y los Escuadrones de la Muerte, entre otros. En ellos se involucraban excomisarios, militares retirados, nazis y agentes de los Servicios de Inteligencia para dar manija, bajar línea y ofrecer apoyo logístico.


Los grupos que están surgiendo hoy pregonan la misma fórmula de aquellas épocas, adaptada a los tiempos que corren, con ingredientes nuevos: evangelistas, católicos tradicionalistas, inductores de opinión en las redes, organizaciones en torno a la seguridad ciudadana... pero es el mismo 'huevo de la serpiente' incubando nuevamente. Y no se puede, esta vez, subestimar su capacidad de desarrollo ya que, en el marco actual de descomposición del tejido social y de retroceso ideológico de las ideas de izquierda, existen más condiciones para que estos grupos propaguen sus nucleamientos reaccionarios los que, llegado el momento, estarán dispuestos a desarrollar acciones violentas.


Se hace imprescindible frenar estos gérmenes fascistas.
No debemos dejarles el más mínimo espacio de desarrollo 
en los centros de estudio.
Hay que señalarlos y expulsarlos de asambleas y nucleamientos, 
bloquearlos y denunciarlos en las redes.
Hay que investigar sus vínculos y desenmascararlos.
Tiene que quedar clarísimo que quien se acerque a estos grupos, se acerca a colaborar y a propagar la ignorancia, el odio y el fascismo.





8 - A donde vayan, los iremos a buscar

La memoria activa es una práctica; no contempla pasiva lo que sucedió en el pasado reciente, ni lo escinde de lo que estamos viviendo en el presente. Más de treinta escraches a domicilios de represores, en veinte años, han convertido la condena social en una herramienta concreta desde donde se puede enfrentar, hacer algo contra tanta impunidad.

La ubicación y el señalamiento por parte de la sociedad de los represores identificados, la exigencia de remoción de sus cargos profesionales en las esferas de la Salud, la Justicia y la Enseñanza o lo que fue la campaña de las organizaciones de DD.HH. contra el represor Zuluaga para expulsarlo de la Selección Nacional, marcan un camino de posibilidades, en el sentido de ahogarles todos los espacios posibles a los fachos y sus círculos de poder.

Ya ha quedado claro: la gente le da menos legitimidad a la impunidad que la que le otorga la propia Justicia.

Es tiempo de articular y unificar las denuncias, de retomar el planteo de un solo juicio a la dictadura, de hacerlos pagar no sólo por los delitos de lesa humanidad sino también por todos los delitos económicos que cometieron.

Que desfilen sin prebendas ni contemplaciones en juicios orales y públicos los más de seiscientos represores identificados, civiles, colaboradores y políticos.

Que se remueva la tierra bajo los cuarteles, palmo a palmo, hasta que aparezcan nuestras compañeras y compañeros desaparecidos.

9 – Prepararse para defender los derechos

El camino de construir otra idea de sociedad, otra idea de justicia y quebrar la impunidad es nuestro faro, el lugar importante hacia donde se articulan y confluyen nuestros planes. Pero en ese transcurso hay realidades inmediatas para enfrentar.  La defensa de nuestros espacios de manifestación y derechos. Nuestros espacios creativos, lugares de participación, formación y ejercicio de otras vincularidades deben ser defendidos como territorios donde se sueña y piensa el mundo distinto.  Algunas conquistas parciales y consignas urgentes se están viendo amenazadas por esta escalada autoritaria, y es necesario también articular resistencias concretas: Saber defendernos contra la policía, contra sus arbitrariedades y encerronas en interrogatorios. Entender cómo operan las judicializaciones y ser efectivos para minimizar sus consecuencias. Estar alertas ante la hostilidad de los cuerpos para-represivos, registrarlos, urdir un frente de solidaridad y compartir entre todas las organizaciones sociales y de DDHH informaciones. Cerrar filas para proteger la actividad gremial y sindical. Cuidar a los gurises en los barrios como parte más vulnerable. Entender el nexo entre la cirminalización de la pobreza y la protesta. Dos caras distintas de un mismo proceso.

Para ello ponemos sobre la mesa dinámicas distintas. Desde talleres hasta muestras, pasando por impresos,  audiovisuales e  instancias culturales que abordan distintos aspectos de todo esto que decimos, y a su vez lo conectan a través de una concepción indivisible de la cronología de la impunidad en nuestro territorio. Intentamos que estas propuestas de talleres y dinámicas específicas se lleven adelante por los propios protagonistas en cada espacio. Invitamos a que los gremios, sindicatos, cooperativas, espacios barriales o núcleos de resistencia se acerquen a nuestra organización de DDHH por información sobre cómo llevar adelante estas instancias.



10 - …Y sembraremos el deseo de un mundo nuevo

Hay otra sociedad posible. Hay otros valores imprescindibles para reconstruir el tejido social y sentar las bases de un proyecto distinto al que padecemos hoy.  Fijar esta idea en el horizonte –nuevamente– no es una utopía romántica sino una propuesta de carácter urgente, para salir de este callejón sin salida que es el autoritarismo, el consumismo, la competencia desenfrenada, la depredación ambiental, la violencia y la alienación, donde solo se hace más fuerte el fascismo.

Podemos construir, sobre una resistencia social unificada, otras formas e ideas, solidaridades fuertes y un vínculo radicalmente libre e igualitario... diversidades confluyentes que nos pongan en camino hacia un proyecto que resulta imprescindible hoy, como el que soñaron nuestras compañeras y compañeros desaparecidos.

Memoria verdad y Justicia
¡A quebrar la impunidad!
Enfrentar al fascismo


Me habéis golpeado, azotando
la cruel mano en el rostro
.............................................

Me habéis encarcelado aún más
con vuestro ojos iracundos
muriéndose de frío mi corazón
bajo el torrente del odio
...............................................

Ahora es la hora de mi turno
el turno del ofendido por años silencioso
a pesar de los gritos
Callad, callad, oíd.


  Roque Dalton
(fragmento del libro El turno del ofendido)


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